Mi amigo Tom-Tom
Seguro que os ha pasado alguna vez que cuando viajáis en un coche con navegador y dispositivo GPS incorporado o adherido al salpicadero o a la luna con una ventosa os habréis sentido algo intimidados y molestos, porque en el momento más imprevisto interrumpe vuestra conversación o es motivo de discusión debido a la ruta programada- que no suele coincidir con la que vosotros conocéis de toda la vida-, provocando que el conductor se distraiga o  empiece a contestarle en voz alta. Con el consabido silencio por respuesta o en su defecto el recordatorio del copiloto: “Cariño, no te oye”. Ni que decir tiene que su voz, tanto si es la de una mujer estilo presentadora de televisión o la de un hombre del mismo oficio, resulta tan insistente, pesada y mandona que acaba por sacarnos de quicio, aunque se trate de un trayecto corto. Para paliar estos efectos secundarios se puede personalizar como si fuésemos directores de doblaje y reviviéramos a nuestro amigo invisible de la infancia. La lista es muy variada: tus actores favoritos, un personaje de ficción, el famoso de turno, etc. Supongo que habrá estadísticas sobre el asunto, pero tengo la impresión de que las mujeres prefieren la voz de otra mujer, nada de un hombre que nos guíe hasta el trabajo o que nos recuerde al jefe. Pero a lo mejor alguien encuentra en él-ella a un confidente con quien sentirse acompañado por las mañanas y charlar de las noticias de la radio. Ya sé que parecerá una locura, pero sí, sí, está estudiado que hablamos con los aparatos electrónicos -la primera fue la televisión y después el PC y los móviles-, igual que lo hacemos con las plantas o los animales de compañía ¡Me temo que tal vez lo hagamos de manera más sincera que con personas de carne y hueso! Me recuerda al debate planteado en las películas “El hombre bicentenario”, “Yo, robot”, “Inteligencia artificial” o “E.V.A” sobre lo que nos hace humanos, la fusión de hombre y máquina que ya es una realidad en los avances tecnológicos que nos permiten tener una vida completa. Pero mi amigo Tom-Tom es otra historia, desde luego llevarlo siempre encendido tiene sus ventajas e inconvenientes. Veamos algunos: en teoría puedes llegar a casi cualquier parte, eso nos dicen, hasta que la voz omnipresente nos comunica desde el más allá que hemos llegado a nuestro destino con un poder clarividente que nos termina convenciendo, aunque miremos a nuestro alrededor y nos encontremos en medio de ninguna parte. Otras veces, si no te has descargado los mapas actualizados los desvíos que tenías que coger están en obras o las carreteras secundarias no existen, así sin más, borradas de la pantallita como por un tornado de El mago de OZ. También se han dado casos de conductores que han seguido al pie de la letra las instrucciones de este aparatito sabelotodo y a ciegas han llevado su coche a través de pasajes peatonales con escaleras. En fin, parece que tendré que acostumbrarme a la presencia de mi amigo Tom-Tom que sólo quiere que le escuchemos para no sentirse tan solo.

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