Pasos de cebra

Esta metáfora visual que tiene ecos africanos,  pintada como las rayas blancas y negras de este bello animal del género Equus al estilo del musical “El rey león”, es una señal que se asemeja a una alfombra bicolor que se extiende por cortesía ante nosotros si queremos cruzar de acera. Así dicho parece un elemento más del mobiliario urbano, que adorna las calzadas pisoteadas por las incansables manadas automovilísticas. Recibe el nombre menos poético de “paso de peatones” como si fuese un puente colgante de tablas que uniera las calles y avenidas. Hay algunos pasos de cebra famosos, inmortalizados por la música como el famoso de Abbey Road en Londres, frente al estudio de grabación, atravesado por los componentes The Beatles y que da nombre a su álbum de 1969. Leo en un blog un artículo detallado sobre la historia de esta foto que incluye también las imágenes de todo tipo de versiones de la misma, desde los Simpsons cruzando el mismo paso hasta un grupo de bebés. Esto demuestra, en parte, la trascendencia de esta imagen- cómo la hemos incorporado a la iconografía contemporánea- y nos da qué pensar sobre la simbología de la misma. Se ve que cruzan con desenfado la calle y a grandes zancadas como si quisieran ocuparlo todo, a modo de cadena humana o paso de baile. Coincide además que no hay ningún coche, salvo un escarabajo blanco aparcado al fondo, lo que resalta aún más las figuras de los músicos y le aporta una atmósfera casi irreal, como la de las ciudades desiertas de Abre los ojos, Soy leyenda o Los últimos días. Pero sin ese toque catastrofista y desolador. No, por el contrario, la imagen está llena de vitalidad y dinamismo y podríamos leerla como una alegoría de la vida misma, así como del deseo de seguir avanzado e innovando; es significativo que se muevan hacia la derecha de la imagen como una señal del futuro. Me recuerda inevitablemente a los versos de Antonio Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”, pues es como si el grupo al unísono hubiese pintado las rayas sobre el asfalto al posar sus pies sobre él. Como si el paso de cebra de Abbey Road hubiese existido sólo desde entonces. La imagen de The Beatles también me recuerda a los juegos infantiles que consistían -y siguen haciéndolo-, en saltar de franja en franja, por ejemplo, sin pisar el blanco o viceversa, cruzar a la pata coja de la mano de papá o mamá o incluso hacer carreras mientras parpadea el semáforo. Por último, hay que mencionar el espectacular paso de peatones de Shibuya en Tokio- me acuerdo de la película “Lost in Translation”-, el más transitado del mundo porque tiene la particularidad de ser un paso con forma de cruz por el que  las personas se adentran  como en una selva de Madagascar. El paso de cebra se convierte así en una especie de tablero mágico cuyas piezas somos nosotros.

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