Ellas
Me preocupa ver cómo según las
últimas encuestas ha aumentado el machismo entre los jóvenes y los adolescentes.
Esta noticia nos debería hacer reflexionar sobre estos comportamientos y su
incidencia en la violencia de género. Es indignante y muy doloroso ver cómo la
sociedad sigue asistiendo resignada a esta tragedia. Además es significativo
que las chicas adolescentes no reconozcan ni identifiquen con claridad cuáles
son esas señales inequívocas de estas actitudes y lleguen a confundir la
dominación con el amor y palabras de afecto con otras que las denigran y
degradan. Tal vez si comenzáramos desde la escuela y la educación en casa, se
conseguiría que niños y niñas tuvieran una relación de igualdad y se tratasen
con verdadero respeto, aunque este es un proceso lento y habría que reforzarlo
no sólo con campañas dirigidas a las mujeres maltratadas. Pero, desde luego,
tendríamos que empezar por nosotros mismos, es decir, si nos respetamos y
apreciamos también lo deberían hacer los demás, pero esto sigue siendo una
asignatura pendiente del ser humano. Algunas actitudes machistas son más
visibles que otras, ya que unas las hemos ido heredando y casi no las percibimos
como discriminatorias, por ejemplo, el lenguaje empleado en muchas ocasiones-
tanto por adolescentes como por los propios adultos- fomenta esta desigualdad y
menosprecio por las mujeres. Aquí vemos cómo el lenguaje y el pensamiento se
hacen uno y nos maneja como un titiritero. Seguramente a ello contribuyen también los modelos de mujer
presentados, desde una perspectiva que nos es ajena, a lo largo de la historia
por la publicidad, el cine, etc. que desde “la
mujer objeto” como Marilyn a las
modelos escuálidas pasando por algunas estrellas de la música que hacen alarde
de una determinada imagen que se adecua a las expectativas exclusivamente
masculinas, nos han hecho olvidar quiénes somos para ser lo que los otros
esperan. Algunas han optado por
transformarse en Barbies y otras, en “superwoman”, todas para sentirse aceptadas. ¿Por qué no tienen más
trascendencia otros modelos de mujer, independientes y con una trayectoria profesional
determinada, desde amas de casa, taxistas, pilotos de Fórmula uno, directoras de
orquesta, investigadoras, etc.? ¿Por qué siguen siendo noticia como si se
trataran de una excepción como lo fueron en su día Hypatia
o Marie Curie? Entonces hay que recordar que 65 millones de niñas en todo
el mundo no pueden acceder a la educación, como se ve, por ejemplo, en la
película “Buda explotó por vergüenza” (2007) y paradójicamente se concede el Premio
Nobel de Literatura 2013 a una novelista canadiense, Alice Munro. Ellas somos todas.
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