El lenguaje de los imanes de nevera
No era muy aficionada a esto de coleccionar imanes, y
menos a exhibirlos en la puerta de la nevera, pero ahora me he dado cuenta de
que ya forman parte de nuestras vidas. Son como esas postales que ya no escribe
nadie o como un álbum de fotos provisional que estuviera fuera de contexto. Me
pregunto cuándo habrá comenzado esta “moda”, el "fridgewritting" o
"neverart" ,con el permiso de los lingüistas y críticos de arte,
-no sé si llamarlo así- porque en la nevera de la casa de mis abuelos no
existían. Posiblemente sea en los años 90 cuando se generalice su presencia en
las cocinas, consideradas ya espacios multifuncionales a pesar de su reducido
tamaño, pero tal vez alguien pueda corregirme al respecto. Lo que es innegable
es que cumplen múltiples funciones y además sirven como objeto decorativo o no,
dependiendo de los gustos; ya que algunas personas se esmeran más en la decoración
del mencionado electrodoméstico que en el resto de su vivienda, y esto lo digo
con cariño. ¿Qué nos hace colocarlos allí? Tal vez sea influencia de las
reuniones de trabajo y su “tormenta de
ideas”, de los muros “grafiteados”, de las pizarras de la escuela, no sé.
Muchas veces son un regalito socorrido o un recuerdo algo hortera, simpático u
original que cada vez que abrimos la puerta nos traslada a ese verano. Durante
un tiempo convivieron con los post-it y
contribuían a invadir la generalmente blanca superficie en un batiburrillo de
notas, folletos publicitarios, recortes, recetas, tarjetas de visita, etc. Pero
es verdad que suelen reflejar el estilo de los habitantes de la casa, ya sean
minimalistas, abigarrados, barrocos, postmodernos, etc. Aunque suele dominar la
tendencia del “horror vacui”, como
las portadas barrocas o la decoración vegetal modernista. Seguramente sea
porque los imanes por su naturaleza se atraen unos a otros o porque adquieren
vida propia y se cuelan en nuestros hogares sin darnos cuenta, hecho que
refleja la sutileza de la vida consumista en la que estamos inmersos por el
momento. Porque tal vez los imanes de nevera ya sean de plástico, cerámica,
cartón, tela o madera puede que nos inviten a contemplar las pequeñas
cosas, a disfrutar de ellas y a distinguir lo que verdaderamente somos. Creo
que me he desviado un poco del tema, pero la idea de escribir sobre este asunto
en apariencia tan trivial surgió a partir de las imágenes de un reportaje sobre
los devastadores efectos del huracán Katrina, en las que se mostraban cientos
de frigoríficos apilados, embarrados y desvencijados que todavía conservaban
algo de humanidad por las intactas colecciones de imanes de las personas para
las que alguna vez tuvieron un valor afectivo. Así se convirtieron en diminutas
instantáneas de sus vidas. Ellos, los imanes de nevera adquirieron en ese
momento la capacidad de escribir la palabra supervivencia.
Os recomiendo este estupendo blog relacionado con los imanes de nevera: http://imanesparalanevera.es/
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