Lo corriente extraordinario
La vida está llena de pequeños gestos, hechos, acciones,
circunstancias, casualidades, sorpresas, encuentros y un larguísimo etc. que
dependiendo de quién los mire pueden convertirse en algo único y
extraordinario. Si recordáis la película La
vida es bella vemos cómo su protagonista al estilo de un ilusionista o
encantador hace que algo aparentemente trivial como pedirle a alguien que nos
tire la llave de casa que hemos olvidado se transforme en un acontecimiento
mágico, que adquiere la cualidad de conmovernos y sacudirnos el alma. En otras
palabras, de cambiarnos y hacernos sentir que estamos vivos. A esa mirada me
refiero, una que sea capaz de percibir lo que nadie ve, como la mirada de un
niño que ve por primera vez una mariposa revolotear sobre su cabeza. Como los
miembros de una tribu de la Amazonía que jamás han contactado con nadie y en su
aislamiento miran al cielo entre sorprendidos y atemorizados cómo sobrevuela su
poblado un extraño pájaro al que nosotros llamamos helicóptero. Ojalá todos nos
pudiéramos poner esas gafas que descubren lo que se esconde a nuestro
alrededor. Seguramente seríamos más felices y el mundo sería más habitable. Recuerdo
imágenes sueltas que ahora, al pensar sobre esto, cobran pleno sentido: un
hombre que paseaba por la calle con un pequeño gorrión en su hombro como si
fuese su Pepito Grillo o su daimonion como en La brújula dorada. Unas entradas de hace décadas, rasgadas pero
misteriosamente juntas, de la Ópera de Milán, si no recuerdo mal, arrebatadas a
un camión de la basura por una caprichosa ráfaga de viento. Una niña que
extiende su mano bajo el chorro de un canalón del que gotean los restos de la
lluvia vespertina para fijar una calcomanía con forma de flor. Todas estas
cosas diréis que son meras casualidades o hechos “insignificantes”, pero creo que nos abren las puertas de la
imaginación de la que hablaba José Saramago. No como si estuviera allí al otro
lado de un pasillo mal iluminado por el que nos abrimos camino a tientas, sino
como una parte de nosotros mismos accesible y llena de esperanzas. No sé si os ha pasado alguna vez que de forma
inesperada os ha sucedido algo extraordinario, algo que ni siquiera imaginabais
que podría suceder y que a lo mejor al contárselo a otros, ellos ni siquiera
sienten la misma sorpresa e ilusión y lo escuchan casi como si les hablaras de
haberte comprado un coche nuevo. A eso me refería antes, aunque en la situación
en la que nos encontramos todo esto os parezca trivial y en cierta manera fuera
de lugar. Espero que no sea así y que esta reflexión sea una invitación a
seguir luchando por los derechos en voz alta, en cualquier lugar y en cada
gesto. Lo extraordinario es posible.
Comentarios
Publicar un comentario